Humedad en los ojos y en la piel;
en el alma y en todos y cada uno
de los rincones
en los que habitas.
No he olvidado besar
a pesar de tener reseca la boca
a falta del roce de unos labios
dibujando su contorno.
Merezco que me amen,
me digo,
cada vez que se cierne,
amenazante,
la duda de saberme amada.
Sólo yo conozco el pánico a vivir...
Por eso sólo yo sé
el gozo de la vida.
La expectación está,
equitativamente,
en consonancia con la decepción.
y así hay que aceptarlas.
Necesito envolverme de mí misma
y sentirme, así, indemne al exterior.
Conmigo, como único equipaje,
comenzar a andar.
Tu serenidad será mi equilibrio.
Tus logros, los míos.
Tu encuentro contigo mismo, mi paz.
Aunque permita que la suavidad de cierta ternura
toque la puerta de mi corazón,
me mantendré alerta y expectante no vaya a ser que,
un paso en falso, haga que vuelva a equivocarme.
Hoy me duele todo.
Me duele la pena
y me duele hasta el dolor.
Tiempo de frío, lluvia, viento y destemple del alma.
Un triángulo en punta, de puntas.
Base y dos cimas… que se alargan.
Alguien me dijo, un día: está usted gris…
Gris… perfectamente gris.
Gris… color opaco, serio, hermético, sin estridencia.
Gris… color nada proclive a la sonrisa.
Y no dejé de preguntarme ¿dónde perdí mi rojo intenso?
¿dónde dejé olvidado mi rojo fuego?
¿dónde guardé mi rojo ardiente?
… ¿qué hice con la pasión?
Dadme un pedacito de tiempo y
controlaré el fragor de la batalla
que tiene lugar en mis adentros.
Sólo un suspiro para que yo
respire.
Me pregunté qué podría hacer
con un corazón de corcho…
y no ví mejor remedio
que taponar con él
mi corazón.
Vivir consiste, a veces,
en revisar dudosos balances de todo lo que,
con los años,
vamos añorando.